Un ministro en Zimbabue comparte la historia de un miembro que ha permanecido fiel a pesar de las continuas pruebas.
A partir del momento en que somos llamados individualmente cada uno se convierte en extranjero en este mundo y en particular, para las sociedades en la cuales vivimos. Aquí en Zimbabue nuestros problemas se deben en gran parte a la gran tasa de desempleo que hay. Uno de nuestros miembros, Tawanda Chiswa, ha tenido que afrontar varias pruebas; pero él y su esposa, Faith, se han mantenido a flote en medio de las grandes olas de la vida.
Tawanda estaba trabajando en un café Internet como consejero en 2008, cuando se enteró por primera vez acerca del sábado. Inmediatamente pidió que le fuera permitido no trabajar ese día. Cuando le negaron su solicitud, él renunció a su trabajo.
El comienzo de dolores
No es necesario decir que su renuncia no cayó bien entre su familia, especialmente debido a que él es el hijo mayor. Trató de conseguir trabajo repartiendo su hoja de vida entre amigos y conocidos. Y aunque ocasionalmente lo llamaron para una entrevista laboral, no tuvo éxito al buscar empleo. Al mismo tiempo, su familia y parientes se mantuvieron presionándolo para que tomara cualquier trabajo, incluyendo aquellos que le exigían trabajar el sábado. ¡Pero él se mantuvo firme!
En cierto momento la familia le pidió que ayudara a transportar el equipaje de su hermana en Suráfrica, con el fin de que se uniera a su hermano menor en Cape Town para buscar trabajo. Pero esa aventura también resultó infructuosa. Cuando regresó a casa, él se casó.
Aventuras de negocio
La Iglesia continuaba orando por él; y con la ayuda económica de la Iglesia, empezó a ganar algo al importar y vender ropa de mujer y de niño en las áreas de minería y agricultura. La aventura comenzó y marchó bien durante un corto tiempo, pero pronto las personas comenzaron a comprar ropa más barata proveniente de China, que había inundado el mercado. Eso hizo que su negocio fracasara. Nuevamente, la Iglesia le ayudó y compró una computadora y juegos para niños y jóvenes adultos. No bien había comenzado el negocio de alquiler cuando la electricidad de su casa fue desconectada porque no la habían pagado a tiempo. Eventualmente, la electricidad fue reconectada, pero entonces los ladrones irrumpieron en su casa y se llevaron muchas cosas, entre ellas el equipo con el cual tenía su negocio.
Una presión constante
Mientras tanto, la presión de su familia ha continuado. Ellos quieren que consiga cualquier trabajo, aunque ello implique quebrantar el sábado. Uno de sus tíos le dijo que él le iba a encontrar un trabajo y tendría que tomarlo no importaba si le gustaba o no, pero esto no ha pasado todavía. Su hermana mayor aun trató de agredirlo, sin embargo, a pesar de ello, Tawanda se ha mantenido firme. Por medio de los sermones y consejería personal, se ha mantenido animado.
Hace un año que su esposa Faith tuvo un aborto. La Iglesia lo ayudó y pagó los gastos de esto. El año pasado, Faith nuevamente quedó embarazada y debía tener su bebé en diciembre. Ella tuvo el embarazo normal, y cuando comenzaron los dolores de parto, ella fue a la clínica local, en donde ingresó. Desde allí fue transferida al hospital; pero al examinarla, el doctor se dio cuenta que el niño había nacido muerto. Nuevamente, la Iglesia pudo ayudarlo a pagar los gastos médicos.
Tawanda y su esposa han enfrentado muchas pruebas; pero en la Iglesia él continúa firme y está haciendo las cosas bien. Él da buenos sermoncillos y ayuda a traducir los sermones en la Fiesta de Tabernáculos. También, por sus habilidades con la computadora, me ayuda con el correo cuando estoy ocupado en otras labores.
Aunque las pruebas de Tawanda son grandes, nos hacen pensar en lo que Pablo les dijo a los Romanos: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:35-39).
—Por Harris Hlazo